La fuerte caída de las exportaciones dejan a Alemania al borde de la recesión

A pesar de ello, el presidente del banco
central alemán, Jens Weidmann, afirmaba este pasado fin de semana en una
entrevista que «no hay motivo para el pánico» y advertía que es
demasiado pronto para el gran paquete de estímulos que el BCE se apresura a
poner a punto. Concretamente, desaprobaba las nuevas compras de bonos por parte
del equipo de Mario Draghi. «El panorama actual es particularmente incierto»,
dijo al semanario alemán Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, «pero no
debemos rendirnos al pesimismo o al activismo», señalando que los bancos
centrales no son los primeros ni los únicos que deben actuar contra el
estancamiento y dejando la pelota en la tejado de las políticas fiscales.
Los «estabilizadores automáticos», como
los subsidios de desempleo, deberían ser las primeras medidas en caso de una
mayor debilidad económica y, aunque el gobierno alemán tenga margen
fiscal, «no veo la necesidad de un programa a gran escala», dijo.
La economía alemana, volcada en las
exportaciones y en la fabricación de bienes de equipo, es una víctima
colateral de la guerra comercial desatada por Donald Trump. La ralentización
de China, gran cliente en las exportadoras de maquinaria alemana, ha supuesto
un parón en los pedidos y la inactividad se extiende en las fábricas germanas.
El prestigioso instituto de análisis
económico Ifo de Múnich, de hecho, está advirtiendo que la debilidad de la
industria, ligada a factores geopolíticos la situación que han denunciado
ya firmas como Henkel o Continental, se está contagiando a otros sectores de la
economía. La presión crece para que el gobierno de gran coalición de Merkel,
que debate ya planes de estímulo económico.
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